¿Fue la última gota, la que rebasó el vaso?

¿Fue la última gota, la que rebasó el vaso? ¿Fue la última termita, la que quebró esa madera? ¿Fue el último esfuerzo, el que te dejó en la cima? La respuesta es sí... y no. La última gota rebasó un vaso, que otras gotas como ella llenaron primero. La última termita quebró una madera, debilitada por otras termitas como ella. El último esfuerzo te hizo alcanzar una cima, que muchos esfuerzos como ése acercaron hacia ti. Esto es lo que sucede con el aprendizaje y con todos nuestros cambios como personas. Sucedieron en un momento: pero no comenzaron allí, sino mucho antes. Si algo finalmente sucedió fue, sobre todo, porque el proceso que le daba forma no se detuvo. En nuestra infancia son nuestros padres quienes se encargan de estos procesos... De adultos, éste es nuestro rol. Gran parte de nuestra inefectividad reside en que, como adultos, exigimos "precisión y control". Queremos recibir, pero nos olvidamos de dar... La magia de un proceso, justamente, se basa en lo contrario: cuanto más te involucras y te brindas, más cosas suceden y "te llevas" de él. Como descubres al final, cada paso tenía un sentido... aunque al principio no lo conocías.